Thursday, December 17, 2015

Si pudimos con el tomate a 18 pesos

En Agosto de 2012 los Argentinos nos vimos obligados a valorar la moneda extranjera de otro modo. Y sin quererlo, también aprendimos a valorar la nuestra de otro modo. Para principios de 2013 algunos medios hablaban de hasta 15 tipos de cambios diferentes. Aparecieron el dólar Blue, Ahorro,
Turista, Bolsa, Liqui, Ladrillo y hasta el Celeste. Y con cada tipo de cambio apareció una manera distinta de valorar la moneda nacional. Una discusión distinta entre compradores y vendedores. Una ponderación más completa de todas las cuestiones que hacían al valor de una transacción.

Esta mañana mientras la Argentina vuelve hacia un mercado desregulado de las divisas muchos Argentinos no van a salir desesperados a buscar dólares. Muchos aprendimos que nosotros somos los responsables de las famosas corridas cambiarias. Entendimos que no vamos a pagar más por aquellos dólares que no necesitemos. Entendimos que si pudimos vivir sin ellos, y viajar sin ellos y hasta comprar "el iPhone" sin ellos, podremos seguir haciéndolo.

Quizás porque miro el vaso medio lleno, es que rescato el aprendizaje que nos dejaron las restricciones. Entendimos que valorar no es sobrevalorar. El precio del dólar está mucho más allá que en el numerito de una pizarra en el microcentro de la city porteña o en el valor que canta a viva voz un "arbolito."

El precio del dólar no es un designio divino, cómo no lo es el precio de la leche o el pan. Si un producto no tiene demanda y hay alguien que quiere venderlo, entonces el precio baja. El principio de la oferta y la demanda en su origen siempre ha sido justo. Por eso, si pudimos contra el tomate a 18 pesos, también podremos con un dólar más caro por que ahora sabemos valorarlo.